Leo en El País este artículo y me llama poderosamente la atención precisamente este comentario: <<Andrea explica, por ejemplo, que muchos de sus estudiantes incluso le han reconocido que se conectan a la sesión y se van a dormir.>>

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Una cosa está clara. La educación online no significa ponerte una videocámara y comenzar a hablar, hablar, hablar, hablar y que el estudiante que está en el otro extremo, en su casa, tenga que escuchar, escuchar, escuchar, escuchar…

Si vamos a hacer esto, quizá sea incluso mejor decir al alumnado que vea vídeos de YouTube educativos.

Desde mi punto de vista, y que conste que defiendo totalmente la educación presencial, el principal problema es que se está haciendo un MUY mal uso de la tecnología en estos momentos de clases híbridas.

De nada sirven las videoconferencias sin más, es totalmente necesario contar con herramientas tecnológicas que obliguen al estudiante a interactuar de forma remota y a distancia con los docentes. Que permiten al profesor controlar lo que está haciendo determinado estudiante, que permitan que los estudiantes puedan trabajar de forma simultánea y colaborativa siendo su trabajo observado por el docente, que permita al docente compartir sus contenidos desde clase hacia casa y que los estudiantes no solo los visualicen, sino que sean partícipes de su uso y de su creación…

Que la tecnología no sirve para nada sin metodología, es una realidad que ya hace tiempo se ha demostrado. Pero la tecnología, correctamente utilizada y puesta en funcionamiento dentro del aula, puede beneficiar y mucho a la educación.

Otro de los problemas que están surgiendo ahora con la necesidad urgente de dotación tecnológica que están mostrando los centros educativos, es que esa urgencia está dando lugar a una mala adquisición.

A la hora de dotar tecnología podemos hacerlo, dicho de forma rápida, de dos maneras:

1.- Equipar rápidamente, comprando cualquier equipamiento, cuanto más barato mejor. De esta forma podré poner un cartel, mañana mismo, en la puerta de mi centro educativo en el que indique “tenemos tecnología”. La triste realidad de este tipo de adquisición es que vamos a estar tirando el dinero porque pronto van a parecer lo que se viene denominando “gastos ocultos “. Estos gastos son todos los referidos a cuestiones que no se han tenido en cuenta antes y que deberemos abordar posteriormente. Estudios recientes demuestran que los gastos ocultos en una mala adquisición pueden llegar a suponer el 25 % del gasto total realizado.

2.- Equipar de una forma no tan rápida pero haciendo primero un estudio de qué tenemos, dónde queremos llegar y qué necesitamos. ¿Cumple esta tecnología con las necesidades metodológicas que quiero implementar en mi centro educativo? ¿Las herramientas hardware y software que estoy adquiriendo dan cabida a una educación híbrida que permita la interacción del alumnado desde casa y desde clase con el docente?

Si somos capaces de realizar un planteamiento real de necesidades y adquirir tecnología que de verdad cumpla con los requisitos metodológicos y pedagógicos para los centros educativos a los que va destinada; de esta forma tendré cubierta la primera necesidad de dotación. Y ahora se podrá comenzar con la segunda fase de implementación tecnológica que tiene que ver con la capacitación docente, la formación del profesorado, las actuaciones con el alumnado y, por supuesto, la adaptación del plan de trabajo dentro del centro educativo para continuar con los proyectos educativos que se vienen realizando y dar cabida al uso de esta tecnología de una forma pedagógica.

En fin, esto es un vivo ejemplo de una realidad que ahora con el COVID se hace más palpable. Los centros educativos que tienen un planteamiento tecnológico en el cual todos los docentes del centro están involucrados junto con el alumnado en el uso de la tecnología desde un punto de vista activo, siguen trabajando sin problemas con los modelos híbridos. Los centros educativos que de la noche a la mañana han tenido que adoptar formas de trabajo digital que antes no venían implementando… Todos sabemos la respuesta.