Con estas palabras comenzaba recientemente mi presentación en el II Encuentro de la Red de Gestores de Formación Corporativa de las Universidades Públicas Españolas, concretamente lo hacía mostrando el título de la ponencia y con un discurso parecido a lo siguiente:

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“Buenos días, soy José Luis Castaño y, la verdad, no sé que hago aquí porque la universidad no sirve para nada. Bueno, o por lo menos no va conmigo, es aburrida, realmente para lo que hago allí como estudiante, pues me veo un vídeo en YouTube y termino antes. Sinceramente, creo que es una pérdida de mi tiempo el que gasto cada vez que llego a clase y tengo que escuchar hablar al profesor de turno”.

Podemos imaginar las expresiones de los presentes, aunque, lógicamente, sabían de sobra que lo que buscaba era captar su atención; pero, realmente, y era mi intención real, esta idea es la que tienen miles de estudiantes universitarios hoy día. La idea de estar perdiendo el tiempo en las aulas, la idea de que lo que ganan yendo a clases lo pueden hacer de igual forma por otras vías… Esta es la realidad que tenemos en múltiples casos. Realmente cualquier lector coincidirá conmigo y con las respuestas que los asistentes al evento en cuestión me transmitieron, en que ellos también han escuchado afirmaciones parecidas. Afirmaciones que no solo se centran en la universidad, sino que se empiezan a dar en los institutos, lugar en el que una parte del alumnado acaba totalmente desconectado, las cifras están ahí en lo referente al abandono escolar temprano, que por cierto no se refiere como mucha gente piensa a que se abandonen los estudios antes de la finalización obligatoria, sino a la no consecución de una titulación post-obligatoria, pero ese es tema para otro debate paralelo. Quiero centrarme ahora en esa idea, en la que muchas y muchos adolescentes tienen respecto a la educación. Mi universidad, mi instituto, mi “insti” no sirve para nada.

Seguramente que sean muchas las causas que hacen que esta idea esté presente, en algunos casos con razón, en muchos otros no. Personalmente no creo que se deba a un único motivo, sino que es el conjunto de varios aspectos, aunque para mí, una de las principales causas tiene que ver con la teoría de la comunicación EMIREC. Algo está fallando, o al menos no funciona correctamente en todo ese entramado y hace que no exista una comunicación real y, por tanto, que se pierda el interés de una parte del alumnado por lo que se trata en el aula.

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Obviamente no es el mensaje lo que falla. Las ideas, ítems y contenidos que se transmiten son tan apropiados como antes, contando, claro está, con que además se realiza la actualización correspondiente del mensaje a los nuevos descubrimientos y/o cambios que se producen en cada materia de estudio. 

Tampoco falla el emisor en el sentido estricto, puesto que el emisor, que al inicio siempre es el docente, cuenta con los conocimientos suficientes a nivel de contenidos para producir el mensaje. Mensaje que se codifica en un formato totalmente inteligible por el receptor, cuando se da un correcto funcionamiento de todo el complejo del EMIREC, en este sentido, el código como tal tampoco es el elemento que falla. 

Respecto al receptor, que en primera instancia es el alumnado, nos encontramos con una situación similar a la comentada para el emisor, no es un elemento que falle, utiliza un código igual o similar al del emisor, sin embargo, tal y como planteo al inicio, el mensaje no llega. ¿Qué ocurre entonces? El problema está, a mi modo de ver, en el canal.

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Y no importa el contexto, tanto si nos situamos en un entorno informal, como si lo hacemos en uno más formal, el canal ha cambiado, y ese cambio, ese nuevo medio de envío del mensaje hace que todo el ecosistema relacionado con la comunicación cambie con él. Ese cambio, leve hace unos años, ya es una realidad total en todos los ámbitos de nuestro entorno. Y ello hace que se haya sufrido una transformación en los hábitos de comunicación y, por consiguiente, en las formas de atención, retención, asimilación, aprendizaje y, lo más importante, en las formas de relación humana. 

Ayer, en la oficina de correos, una persona de unos 70 años daba su dirección de correo electrónico a la empleada, tras informarle esta de que era necesario si quería estar informado del estado de su trámite. Cada vez más las relaciones sentimentales entre personas se inician tras compartir momentos a través de las redes sociales, incluso nos encontramos ante la situación de que los lugares y formatos que hace unos años eran idóneos para tal fin, ya no lo son. Esto no quiere decir que no existe un contacto real y físico, que lo hay, sino que el canal inicial para realizar lo que podríamos llamar el cortejo, ha cambiado. Estamos ante una sociedad cambiante, líquida diría Bauman, en la que el nuevo canal de comunicación pasa por lo digital, por la utilización de dispositivos y medios digitales, en la que la información fluye en todos los sentidos y es captada de mil formas diferentes y con diversas finalidades, un momento en el que, es cierto, los usuarios se desnudan en el panóptico digital <<Más bien, cada uno se entrega voluntariamente a la mirada panóptica. A sabiendas, contribuimos al panóptico digital, en la medida en que nos desnudamos y exponemos. El morador del panóptico digital es víctima y actor a la vez. Ahí está la dialéctica de la libertad, que se hace patente como control>> (Han, 2012). Y aquí podríamos entrar en un debate extenso sobre la idoneidad del nuevo modelo o no, pero no lo voy a hacer, lo que pretendo es que partamos de la realidad social que nos ocupa y que entendamos que el canal ha cambiado. Este nuevo canal tendrá muchos aspectos negativos, pero tiene muchísimos más positivos. 

Si es así, si nos encontramos con que personas de cualquier edad ya han cambiado el canal que utilizan en su día a día, la realidad educativa salta en pedazos y no encaja en esos receptores que, siendo ya usuarios totales del nuevo canal, tienen que bregar con intentar una comunicación a través de un canal totalmente obsoleto para ellos. Nos empeñamos en llegar a clase y mantener un monólogo informativo, en muchos casos, en el que el docente simplemente envía el mensaje, que puede hacerlo a través de medios informáticos, pero envía un mensaje que fácilmente es sustituible por el contenido ya existente en la red; que envía un mensaje que realmente es ya un producto, no ya totalmente elaborado, sino prácticamente digerido, dejando así poco margen de actuación al receptor. El receptor, por su parte, asiste pasivo a sesiones en las que tiene que limitarse a recibir la información y, además, debe hacerlo a través de un canal que no es ameno para él y que no es el que le gustaría utilizar.

A todo ello se le suma la incertidumbre que aporta una sociedad que actualmente está viviendo un cambio radical en lo que se refiere al mundo laboral. Mientras el sistema educativo sigue planteando como objetivo principal la memorización de contenidos, realizando este proceso de forma individual por parte de los discentes; la realidad del mercado laboral lleva ya tiempo demandando otras necesidades que, hasta la fecha, no son cubiertas por nuestro sistema educativo. El informe de la OCDE de 2019 sobre el futuro laboral ya lanzaba con números estas advertencias. El 14% de los trabajos actuales se verán automatizados (robotizados), el 32% sufrirá grandes cambios relacionados con esa automatización. Eso se traduce en dos situaciones, por un lado, un gran número de las trabajadoras y trabajadores actuales perderán sus actuales empleos, por otro, prácticamente la mayoría de los nuevos egresados a nivel educativo, no tendrán esos “viejos” trabajos y tendrán que intentar colocarse en los “nuevos” empleos. Mientras, el mismo informe nos avisa, 6 de cada 10 trabajadores actuales no cuenta con las capacidades digitales necesarias para acceder a las nuevas oportunidades laborales que aparecerán; la traducción más inmediata y llana de esta afirmación es sencilla, 6 de cada 10 trabajadores actuales perderán su puesto de trabajo y no encontrarán otro por no estar preparados.

Y, ¿qué trabajos son los que peligran? En mayo hacía esta pregunta a un grupo de estudiantes de bachillerato, estas fueron las respuestas que me dieron una vez hablado en grupos de tres.

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En la sesión con los gestores realicé la misma pregunta, esta fue su respuesta

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Como vemos, las repuestas se parecen y, lo más importante, abarcan todos los espectros del mercado laboral, cierto, la automatización verá su implementación en todos los tipos de trabajo que actualmente conocemos, algunos serán totalmente automatizados, otros, inicialmente, lo harán solo en un porcentaje. Incluso la labor docente, que ya está siendo sometida a análisis en lo que se refiere a la automatización, verá grandes cambios. Pero intentando, una vez más, no salirnos del tema inicial sobre el nuevo canal, esto indica simplemente que los aspectos que resultaban más importantes hace unos años, la transmisión de contenidos por parte del docente ya no debe ser lo más importante. Esos contenidos están ahí, disponibles para ser tomados, ya no tiene sentido dedicar una hora a copiar en un cuaderno lo que se dicta, probablemente lo ideal sea usar el nuevo canal (la tecnología digital) y potenciar y desarrollar las destrezas que son necesarias para hacer que lo futuros egresados sean competentes en ese mundo laboral cambiante y líquido.

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¿Y si potenciamos todo lo relacionado con la regulación emocional y con la colaboración? ¿Y si potenciamos el aprendizaje socioemocional y las destrezas digitales? Todos estos aspectos abordan nuevos retos en la educación. Pero estos retos no pueden recaer en docentes o directores de centros educativos, ni siquiera en las familias; estos retos deben ser abordados de inmediato por las administraciones competentes y deben favorecer la apertura de un diálogo abierto y rápido sobre las necesidades y, ante todo, sobre las modificaciones que debe sufrir el currículo actual en todas las etapas educativas para que dé cabida a las nuevas demandas y necesidades. 

¿Por qué debe ser así? Porque sin ese aval curricular, los centros educativos se encuentran sin rumbo. Existen muchísimas acciones localizadas por parte de claustros de docentes muy innovadores, pero cada una de las acciones que están realizando tiene que simultanearse con las obligatoriedades curriculares existentes. El resultado final es una sobrecarga curricular para el alumnado y para los docentes. Esta situación es idéntica allá donde vayas, la semana pasada estuve en Emiratos Árabes, formando a diferentes claustros de docentes y la situación es idéntica a la que te encuentras en cualquier centro educativo de España o de cualquier otra parte del mundo; ganas por parte del profesorado, poco tiempo para poder desarrollar y adaptarse a la nueva situación.

Es cierto que las administraciones educativas van moviéndose y avanzando poco a poco, otra cuestión es si esa velocidad de movimiento es acorde al cambio acelerado que se nos avecina y si sabrá sortear las reticencias de determinados sectores que siguen mostrando sus dudas hacia la digitalización, o más bien dicho, al uso del nuevo canal que, por cierto, ya usan ellos mismos y sus hijos fuera del aula.

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Nos encontramos con ejemplos como ITElab, de la European Schoolnet en asociación con diversas universidades en sus departamentos de educación, que están realizando un gran avance en la integración de las TIC en los grados de educación. 

El aula del futuro, otro gran esfuerzo por parte de la administración par dar ese enfoque hacia el nuevo canal. Encontramos versión en el Ministerio de Educación (INTEF) http://fcl.intef.es

O el análisis realizado en casi 500 centros escolares a nivel mundial para determinar qué acciones son las que realizan los centros educativos que mejores resultados académicos obtienen y determinar qué competencias digitales en educación se deben potenciar para mejorar dichos resultados.https://www.smarttech.com/en/education/research/findings

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En cualquier caso, mi exposición el día del encuentro acababa con un mensaje claro, creo en la educación y en el sistema educativo, estoy en el lugar que estoy gracias a esa educación, gracias a mi escuela, a mi instituto y a mi universidad; gracias a las decenas de docentes que he tenido y sé que la educación es la única vía que tendrán los futuros egresados para desarrollarse en su vida, la educación es la única vía que van a tener miles, millones de trabajadores a nivel global para actualizar sus capacidades y destrezas para el cambio que ya está sucediendo.

Hagamos que el nuevo canal, necesario para conseguir estos retos, se habrá camino en nuestra universidad.