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Mientras que nuestro sistema educativo no cambie antiguas concepciones de lo que es y debe ser la docencia, ya podrán aportarnos datos, tablas, comparativas y estudios; seguiremos estancados, de la misma forma en la que nos encontramos.

Un sistema que basa la progresión del alumnado en base a un examen, o exámenes finales, no aporta nada al desarrollo del individuo como ser social y persona que debe enfrentarse a una incertidumbre laboral, o no tanto, porque lo que va quedando claro es que la capacidad de reacción, resiliencia y adaptación al cambio; deberían ser una prioridad en la formación de nuestros y nuestras jóvenes.

Por contra, nuestro alumnado sigue enfrentándose a dos cuestiones que parecen embebidas en la idiosincrasia de la educación, examen y repetición. Muchas veces se habla de la cantidad de leyes educativas que se han venido desarrollando en España. Debería haber dicho "poniendo en marcha”, pero mentiría, porque la realidad de nuestro sistema educativo es que esas leyes, todas sin excepción, no acaban por llegar a los centros educativos. Sí, los docentes las llevamos a la práctica, pero adaptadas.  Hay que evaluar por competencias, evaluemos por estándares, y se hace, y la inspección educativa recibe las correspondientes tablas rellenas que sirven de garante de la nota que el alumno y alumna ha recibido tras la realización de la prueba correspondiente, examen, que aún no debiendo ser la herramienta única y central de la evaluación, realmente lo es, puesto que la estandarización de la educación se “desestandariza” fácilmente cuando introduces la combinación perfecta, haciendo uso de la hoja de cálculo que “adapta” los estándares a la nota que se ha obtenido en el examen. 

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Por supuesto que esta afirmación no abarca a todo el profesorado y, por supuesto, hay medidas como los estándares y forma de evaluarlos que no tienen lógica ninguna si abarcamos la realidad laboral dentro de un centro educativo, tenemos en cuenta el número de alumnos y alumnas que cada docente tiene y las áreas que imparte. El tiempo real del día son 24 horas, le pese a quien le pese.

Pero la cuestión, desde mi punto de vista, va mucho más allá, realmente es un problema endémico de nuestro sistema educativo. Solo tenemos que fijarnos en cómo se evalúa a los docentes, aquellos que tenemos que cambiar el sistema educativo, que tenemos que desarrollar metodologías activas con nuestro alumnado, que tenemos que innovar, ser proactivos, creativos, trabajar en grupo de forma colaborativa y participativa, romper barreras y enseñar a convivir; en la universidad memorizamos y escupimos el día del examen, en las oposiciones memorizamos y escupimos el día del examen; pero no pasa nada, al día siguiente, con nuestros alumnos y alumnas, haremos todo lo que nadie nos ha enseñado a hacer.

Tal vez si fuésemos más pragmáticos, algo más conseguiríamos.