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Corre por las redes una nueva cadena consistente en mostrar dos fotografías, donde se muestre nuestro rostro con diez años de diferencia. Confieso que me ha llamado la atención y que sí, he visto fotos de hace unos años… mismo peinado, mismo afeitado, incluso he podido comprobar como aún conservo algunos objetos materiales que me han traído, por cierto, muchos buenos momentos. En cualquier caso, como siempre una cosa lleva a la otra, y dado que me veo en ese momento de la vida en el que, como se suele decir, te encuentras en una edad indefinida, incluso cuando ya ni de Facebook te puedes fiar a la hora de ver la edad de tus contactos, me ha dado por pensar y examinar qué otras cosas e imágenes que no sean rostros podrían mostrar nuestra imagen, lo que somos, lo que éramos, lo que pensábamos, y cómo esas ideas evolucionan, maduran y se transforman. 

“What few people realize is that as the Web becomes our preferred learning platform, nontraditional learning is suddenly the norm. Lifelong learning dreams discussed decade after decade in the twentieth century are quickly being realized in the twenty-first.” (Bonk y Curtis. 2009).

“La sociedad digital vive inmersa en una gran paradoja: hablamos de sociedad de la información cuando en el mundo circula más desinformación que en ninguna otra época.” (Aparici. 2018).

Dos realidades que hablan de lo mismo, de una nueva forma de educación y, por ende, de una nueva necesidad formativa. Mientras en estos diez años observo como el debate educativo va cobrando fuerza e interés mediático y económico, también asisto, un tanto perplejo pero preocupado en su justa medida, a la tensión que cada vez se da más entre lo que se convertirá en las dos vertientes educativas del momento… los partidarios de “la nueva pedagogía” y los detractores de la misma. Y es que, entrar en el circo de los “grandes hermanos” educativos solo servirá para desvirtuar el auténtico valor pedagógico de aquellas acciones docentes que se están adoptando cada vez más. 

Y mientras comienza el debate, o continúa, de si pedagogías activas o pedagogía tradicional –¿y cual es la pedagogía tradicional?—, de móviles o cuadernos, de Internet o el papel, de grupos o individuos; mientras el mundo educativo entra en el juego, continuaremos perdiendo una oportunidad de transformar la educación. ¿Qué vamos a hacer cuando el 47% de los trabajos actuales sean desarrollados por robots? (Frey y Osborne. 2013) ¿Preparamos a nuestra juventud para ello? Puede que para entonces sigamos debatiendo qué hacer, al fin y al cabo los docentes no entran dentro de este 47%, ¿o sí?