Y es aquí, cuando entramos a la cuestión sobre para qué utilizamos el móvil, donde pivotan todas las opiniones y temáticas tan negativas que estamos viendo en estos tiempos.
Realmente, observo como por un lado somos conscientes de que la situación problemática con nuestros estudiantes es el uso de las redes sociales de forma desatendida y descontrolada; aspecto que creo que nadie discute (recomiendo la lectura de dos libros, Recupera tu mente, reconquista tu vida -Marian Rojas Estapé-, y La generación ansiosa - Jonathan Haidt-) pero, al mismo tiempo, se está asociando smartphone con uso de redes sociales. De tal forma que esta asociación, un tanto capciosa, está llevando a decisiones radicales respecto a la eliminación de estos dispositivos dentro de las aulas.
La adicción a las redes sociales y el efecto dopamínico que estas producen, al igual que determinado tipo de juegos y contenido multimedia no apropiado; no está ligado al uso de un dispositivo en concreto. Es cierto que la inmediatez del smartphone facilita todo, pero, probablemente, cuando hablamos de un entorno educativo, el problema radica más en qué hacemos con ese teléfono inteligente, cuándo lo utilizamos con los estudiantes y, lo más importante, cuándo y dónde los estudiantes lo utilizan sin nadie saberlo.
La limitación del uso del móvil para evitar la utilización de redes sociales y distracciones como tal, es una solución a medias para atajar el verdadero problema que es el uso sin reglas de los dispositivos y la falta de competencia digital ciudadana y del alumnado que tenemos.
Recomiendo la lectura de Digital for good de Richard Culatta, donde aporta grandes ideas sobre cómo gestionar este tema.
Mientras tanto... simplificando mucho la conclusión -al fin y al cabo es lo que se está haciendo con el tema en sí- la resumiría así: No al móvil para evitar las redes sociales es el primer paso para decir no a la tecnología para evitar las redes sociales.
¿Es esta la forma? ¿Qué opinas al respecto?